martes, 27 de noviembre de 2012

A cocinar

Cuando no sé que hacer se me da por comer. Y entonces no tengo ganas de cocinar y por suerte hay mucho delivery en Palermo. O sea que puedo pedir comida sin ningún tipo de problemas, porque algunas veces no me dan ganas de cocinar. Pero otras no tengo problemas, de hecho, a veces me relaja cocinar. No sé, es como una expiación y o como una relajación. Es como hacer yoga, pero sin hacer deportes. Hasta uno puede llorar, picar cebolla sirve para sacar todo para afuera, me refiero a las angustias. Y todo se va con la comida, además sirve para comer algo rico, porque uno va aprendiendo de a poco. Entonces se va convirtiendo en un chef. Hay varias opciones para esto. Comprarse el libro de Blanca Cota o bajarse recetas de internet. O de youtube, porque este sitio está lleno de recetas. Cualquier tipo de comida. Checa, francesa, cocina judía, cocina polaca, sushi, china o lo que fuera. Entonces es como tener un restaurante en la propia casa, cocina cosmopolita directo en el hogar y desde el hogar. El otro día vinieron mis amigos y terminé cocinando para todos, la verdad que fue más que relajante. Un poco tedioso, no como el oso Tedy. Insoportable, solamente a mí se me ocurre ponerme a cocinar para veinte personas teniendo delivery. Ese es el momento del delivery, cuando uno tiene tanta cantidad de invitados. Ni cuento lo que resultó lavar todo después. Porque la gente come y luego se hace humo. Nunca nadie ofrece dar una mano para lavar la vajilla. Todos disfrutan de la comida, le dan un aplauso al asador y se van satisfechos, como si de un restaurante se tratara. Es peor que ir al gimnasio, agotador y extenuante. Interminable. La próxima, platos descartables. Va a ser la mejor opción.